Impulsando la colaboración público-privada 

De acuerdo con un estudio publicado en 2023 por el Banco Interamericano de Desarrollo, en América Latina existe un semillero de talento altamente especializado conformado por 865 mil personas dedicadas a actividades de investigación y desarrollo. Sin embargo, menos de 5 mil (el 0.6%) forman parte de compañías emergentes o startups1. 

De igual forma, la transferencia de resultados de investigación hacia las compañías de base científico-tecnológica es baja y es necesario que exista una relación más fuerte entre las entidades encargadas del desarrollo científico y el mundo empresarial. Así mismo, en el caso de la investigación clínica, se necesita que los desarrollos científicos se apliquen en la población más vulnerable y que tiene necesidades más sentidas, especialmente en sistemas altamente inequitativos. 

Con este Segundo Open Challenge, se refuerza el compromiso de AstraZeneca para impulsar la madurez tecnológica y el avance al mercado de nuevas herramientas que aceleren los procesos de atención médica en el sector público. 

Para que la inversión en proyectos públicos de investigación genere capital intelectual para el avance económico y tecnológico, necesita de tres actores fundamentales: el gobierno, las empresas y las universidades (modelo conocido como la triple hélice). Sin embargo, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestran que existe una gran oportunidad para incrementar éste tipo de colaboraciones: sólo el 6.3% de las empresas que realizan actividades de innovación lo hacen en colaboración con institutos públicos de investigación y desarrollo, y el 9.3% lo hacen en colaboración con universidades o instituciones de educación superior2. 

Por otro lado, el compromiso de las grandes empresas para invertir en investigación y desarrollo es notable: en países de la OCDE, se estima que el 60% de su presupuesto de innovación se destina a actividades de I+D3. 

Dos mecanismos que han permitido la traslación al mercado de investigaciones realizadas desde el sector público son el licenciamiento de la propiedad intelectual al sector privado y la creación de spin-offs de base científico-tecnológica, en el que de una nueva empresa o joint venture utiliza la propiedad intelectual generada por los investigadores, convirtiéndola en uno de sus activos intangibles más valiosos. 

En economías avanzadas como la estadounidense, la Asociación de Gestores de Tecnología (AUTM) reportó que en 2021 los procesos de transferencia tecnológica permitieron la creación 996 startups y 10,347 acuerdos de licenciamiento u opciones de comercialización ejecutadas4. Además, se ha reportado que la generación de ingresos para el sector público por el licenciamiento de sus investigaciones podría representar entre el 3% y 6% del gasto total de I+D5. 

En conclusión, la transferencia de tecnología y el fortalecimiento de la colaboración entre el ámbito público y privado son esenciales para el desarrollo económico y tecnológico, sobre todo en economías emergentes como la mexicana y latinoamericana. A pesar del talento altamente especializado existente, la baja creación de propiedad intelectual y spin-offs aunada a la débil vinculación entre investigación y empresas indican una oportunidad significativa para mejorar. El compromiso de empresas como AstraZeneca y el impulso de iniciativas como el Mexico’s Health Innovation Hub son pasos cruciales para acelerar la innovación de la mano con el sector público, buscando transformar la investigación en soluciones prácticas que beneficien a la sociedad.